sábado, 31 de diciembre de 2011

Los ojos se empezaron a llenar de lágrimas. Terminar el año llorando, algo nuevo creo…
Sabes perfectamente que fibras tocar para herir totalmente mi sensibilidad, te sitúas descaradamente haciendo otro agujero en la hondura de mi vacío. Ingeniosamente entras, no suelo abrir esas heridas tan fácilmente pero tú, tú llegas despiadadamente y lo sabes.
¿En qué punto llegan a ser importantes ciertas personas y otras no?
Dos agujeros eternos, como heridas, como llagas latientes siempre. Tu herida, la de él.
Tu herida porque llegaste primero, no en tiempo, sino en corazón.
Su herida por ser cruel al irse y despiadado al llegar.
Tu herida por haberte dejado sin ninguna explicación.
Su herida por seguir latiendo en lo hondo de mi corazón.
Tu herida por quererme como nadie quizás me ha querido y por haber desechado horriblemente todo lo bueno que había en ti
Llorar es mi castigo por olvidarme de mi promesa, la promesa que te hice cuando te conocí, cuando conocí tu pasado y sabía que te habían lastimado, que había mucho dolor en ti y confiaste en mí, te dije que nunca haría algo que te lastimara que curaría una a una tus heridas y no lo cumplí, puedes estar tranquilo porque llorar es mi castigo y lo será siempre que me levante pensando en ti, pensando en como te fallé, no una sino dos veces.
Es indescriptible el dolor, te lo juro.
Tu herida inconfundible como ninguna, tu amor inconfundible también, porque querer no es decirlo sino demostrarlo y en el silencio poco a poco ir haciendo desvanecer las dudas, construyendo poco a poco respuestas.
Tú siempre serás una parte muy importante de mi vida y aquí estoy recordándote otra vez, quitándome de encima la otra herida, dejándome latiente tu herida forzada, haciéndote presente una vez más entre mis borradas sensaciones.
Llevaré siempre en mi memoria vivos uno a uno los suspiros, los capítulos que vivimos, queramos o no estamos unidos… Siempre, en presente y en pasado.

viernes, 23 de diciembre de 2011

Jamás

Sentía, el mismo dolor que siempre.
Y con esta pena ya ni el miedo se siente, tan predecible. Tan insaciable. El mes tal vez más horrible de mi existencia.
Nunca había sentido un miedo igual, el dolor desvaneció al mismo dolor en un instante, me olvidé de ello… Me había convertido en la portadora de sueños pulverizados en un segundo.
Olvidé el dolor, porque nunca antes en mi vida había sentido tanto miedo. Dos ocasiones, supongo, tú y él.
Tú por sujeto constante de casi todos mis males, sin quererlo, supongo.
Tú por ser tan predecible, tan ilógico.
Por estar en todos lados cuando deberías de desaparecer.
Tú por ser la respuesta a lo que ni siquiera he querido preguntar.
Me diste igual.
Él por lo vulnerable que es.
Él por lo indefenso que lo sentía
Y la gran necesidad de protegerlo todo el tiempo, él me hizo reflexionar, sentada en una sala de espera, sobre lo que en verdad vale la pena, él me hizo darme cuenta del horror que se puede sentir en tan poco tiempo, en el alma. Quería correr, puesto que  ya sabía donde estaba y sacarlo de allí, correr con él lo más lejos posible para evitarle todo ese dolor, toda esa angustia del antes, la agonía del ahora y el dolor del después. Tan sólo de imaginármelo me di cuenta que tú no lo eres todo, que ya no.
Fue Dios, el que me hizo darme cuenta de que tú ya no debes estar presente, no de la manera en la que lo estabas.
Debes de estar presente sólo para recordarme lo mucho que puedo llegar a sufrir.





- ¿Tienes miedo ahora?
Tal vez, sólo de perderlo.

martes, 20 de diciembre de 2011

Mentira.



Hoy tengo muchas ganas de morirme de rabia y de tristeza, pero prefiero seguir viviendo, seguir viendo como vives, pensar lo que no debo y dejar pasar todo lo que jamás debí creer.


Tú siempre haz sido una falacia, Una mentira tras otra,
Pero sigo cayendo y creyendo que si, que no que estás y que siempre no, que volverás y que te quedarás que te iras y que huirás, que serás y no y Todo.
Simplemente me caigo ante esto y me levanto al pensar, pues si al volver a pensar en ti.





Y en lo que más me gustaba de ti...

Tu adecuada manera de Mentir.

¿Con que te duele?

Dijiste que te dolía, pero no pensaste que así sería... dijiste que Agonizabas pero no pensaste que ya lo hacías.
Creíste lo que no debías e hiciste lo que no podías, amaste hasta el extremo pero no dudaste jamas en ser tan fuerte como una muralla, dudaste en decir lo que sentías, dudaste en respirar cuando te tenía cerca, dudaste en anclar tu vida con la mía, dudaste en invitarme a vivir un mundo nuevo y miraste el mismo cielo junto conmigo, al mismo cielo al que defraudaste viéndole figuras de distintas maneras, veíamos lo mismo, hasta que oscureció y decidí que era mejor que dijeras que te dolía y yo decir que si dolía mucho, que ese vacío que sentía dentro jamas se iba a compensar con nada y que poco a poco se iba a hacer mas grande, pero me quede con esa palabra me quede con esa oración, me quede con ése recuerdo, me quede con ese "Me duele" y tal vez pensarán que es un simple dolor de cabeza, pero es algo más allá del ser, mas allá del bien, mas allá del mal, mas allá de cualquier otro sentimiento... Mientras tu sigas diciendo que duele, y cuando ya no lo digas, lo vas a estar sintiendo.

Y yo... Yo lo voy a estar pensando.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Jugando.

Me recordó, quizás el mismo tiempo aquella vez que jugábamos gato y me dijiste: ¿Te fijas? Ninguno de los dos hace nada por ganar, pero hacemos hasta lo imposible porque el otro pierda.


¿Tú te acuerdas?

jueves, 17 de noviembre de 2011

Invisible. Bajo un cielo indiferente.

Carta a un sueño.

Siempre terminamos debiéndole algo a alguien, el corazón intacto, cauteloso da vuelta a la izquierda en la avenida y se cruza con varias calles sinsentido las cuales lo llevan al callejón sin salida del ósculo, del desenlace amoroso.
Crueldad. Así le llaman al corazón vagabundo que lleva consigo dolor y desgracia por todo el recorrido que diariamente hace deambulando poco a poco entre sollozos y silencios.
Lamentablemente nadie puede consolarlo, mucho daño ha sufrido ya como para detenerse a platicar con alguien y contarle una a una las penas que lo hacen sufrir.
Delira. Se mira poco a poco en el espejo de su desgracia y llora, ya no sabe que significan sus lágrimas que salen sólo en el silencio de estrepitosos gritos interiores que sólo él escucha.
En las noches intenta desparramar tanto desengaño en una laguna de lamentos. Pero se incorpora. Se vuelve y sonríe, da vuelta a la izquierda de la misma calle y sigue lamentándose el no haberle dicho tantas cosas en la cara, lo bueno de aquél asunto, es que está ya completamente olvidado, bastantes años, ¿No?
Simula, simula el haber perdido algo porque la verdad es que ganó mucho con su despedida.
Desespera, porque corre vacilante entre calles conocidas por otro amor, este era alguien casi insignificante, así que no dejó mucho, sólo un poco de viento y de incógnitas que no se preocupan mucho por ser contestadas.
Sigue… su camino es aún largo, dicen.
Curiosea, entre tantas preguntas, hace una pausa y piensa, vino alguien mucho peor, tampoco lo quería, sólo estorbaba y me hacía bombear menos sangre, vivía casi apenas, era demasiada carga para mí, lo bueno es que Dios lo quitó de mi lado, suspira y da gracias, sabe que no fue su culpa y se arrepiente de siquiera haber tenido trato con él.

Aquí es dónde llora, llora mucho, donde empieza la dificultad del habla, sabe que desde entonces no supera, no descansa, no se alivia.
Si quizás su orgullo no hubiera sido tan grande… pero luego recuerda que alguna vez, se vistió de rojo, escribió palabras y se quitó el orgullo, le dijo muchas cosas, cosas que realmente sintió, él cedió y la abrazó, pero no fue suficiente, él tal vez vagaba entre recuerdos del pasado y eso hizo caer todo el telón, pero la función no terminó.
Cuando todo iba tan bien, tuvo que posarse entre sus ojos, la cuestión equivocada. Decidí mal, sí. Acertó.
Debí quedarme con él y no voltear a ver a mi pasado, debí de haberlo hecho, mi vida, (decía) realmente se dividía entre dos personas, mi realidad entre sueños como siempre y mi pasado intangible e irremediable.
Pero había una tercer persona en discordia… quién realmente buscaba darle felicidad a ese corazón que siendo las doce y media debía de irse, que siendo jueves y ya de tarde debía marcharse, cuando el reloj dijera seis, cuando marcaran con angustia las manecillas el dolor de su tristeza, cuando sintiera que el paso amargo de sus pies ya no podía más, cuando sintiera sobre sus hombros el peso de su alma, cuando dijera que era silencio lo que más le incomodaba cuando hablara frente a él y le dijera, que no siempre el que ama es el que gana, cuando le susurrara en el oído y le dijera que tal vez y entre sueños mi amor siempre será tuyo.
Dos besos más y concluimos, dos besos más y nos vamos, dos besos más y me quedo, entre tu aliento y mi voz, porque a pesar de tener a quien me mida el tiempo, dentro, dentro ¿Quién puede saber lo que siento?

Fin, dijo la razón, ya me cansé de dividirme entre lo correcto y la pasión, ya basta de sueños y de alegorías.
Te quiero sin mentiras.
Con el alma hecha trizas.
Con el tiempo tras de mí, la hora que se llega y damos vuelta en dirección opuesta a un lugar que desconocemos y es allí donde beso a beso se termina la razón y empieza a callar el corazón.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Opresión mental.

¿Qué clase de brujería es esta? En la que nos encontramos presos, la que nos tiene envueltos.
Era un día, pueden ser dos, la verdad ni lo noté.
Caminamos. Nos miramos sin pensarlo. Lo pensamos. Nos causamos enojo. Sabes que iré. Lo contactas, pierdes sentido, sabes que me extrañas, tus ojos, se cruzan, se entrelazan por delante de la pantalla como si realmente pudieran. Me miras, me imaginas, recuerdas, sabes que estoy allí, te das cuenta, si lo estoy, si me imagino, quiero mirarte, pero no quiero verte, tengo horror de sentir lo que siento y que quiero dejar de sentir, no quiero. Me muero de ganas, me saturas.
Escribo poco a poco en su nombre las palabras que con recato intento que veas, que quiero que veas. Tus palabras cortantes, vacilantes entran en mis pupilas y me ven, se burlan cada una de las letras que por medio del teclado escribiste, se burlan del pasado que nos une y de la vida que nos separa, me ven, retándome con ganas para que te conteste tantas cosas, asiento la cabeza, volteo a mirar a mi derecha, me equivoco, está a mi izquierda, le pregunto, asiente.
Me convenzo de que ese día lo veré de nuevo después de meses, después de respiros entrecortados y después de mí, después de las llagas que una a una he contado en el fondo de mi corazón, sufro, sufro poquito y por dentro, pensando tiernamente en todo y deseando que algo pase y que impida que te vea, porque alguien se ha encargado de limpiar, de resanar, de curar, de sanar, de perdonar todo lo que tú hiciste, todo lo que tú destruiste, todo lo que estaba tirado ése alguien lo recogió, reparó con besos y miel la dulzura que convertiste en total amargura, la pesadez él la volvió ligereza, la volvió humildad, me secó las lágrimas, me levantó con tacto y me puso de pie, todo lo ha hecho él, con el tiempo, se ha arriesgado a perderlo todo aun no teniendo nada. Pero llega el día en que tengo que volver a enfrentarme a mi pesadilla, a mi verdugo emocional que me calcina las venas y me destruye las ganas de vivir y de pensar.
Tengo que volver a mirarlo entre nubes de grandeza, de poder y sutileza que marcan mi entorno personal, no quiero verlo porque eso significaría romper todo lo que ya había construido, una muralla entre él y yo, quería construirla con tiempo, con ojos limpios silenciosos, con una mirada que no me miente y que no me traiciona.
Se me hiela la sangre, me congela el pensamiento y caminamos, caminamos más que nunca en una dirección desconocida que lamenta uno a uno los pasos que tenemos que dar.
Nos succiona el viento, me sopla el resentimiento y caminamos más, con el alma volátil intentando poco a poco que no escape, que no se vaya, porque sé que buscará irse tras él.
Mi interlocutor me cuestiona, me reprime, me pregunta que cuanto es lo que falta de camino, aunque a ciencia cierta no tengo la menor idea de cuánto es lo que falta, pero a pesar de todo, el tiempo sólo me consume a mí, no a mis recuerdos encontrados que me aprisionan y me hacen pensar dolorosamente que sé exactamente el camino en donde se encuentra él, a pesar del tiempo, siempre voy a encontrar, no yo, sino mi alma, la manera exacta de saber en dónde está.
Llegamos a un punto en donde necesito la presencia de quién ha logrado sacarme del fondo de tristeza en el que me encontraba atascada. Me contesta. Sólo respiro, él siente lo que siento y se estremece del otro lado del teléfono. Me conoce bien. Se preocupa por mi alma y el estado natural en el que en una situación así lo está haciendo peligrar, se da cuenta. Me habla despacio para no interrumpir mis obstruidos pensamientos, se desahoga, me pregunta algunas cosas y mi lado B del cerebro le contesta sin siquiera saberlo, es la memoria que tienen los corazones para saber en qué estado se encuentra el otro. Cuelgo, respiro y me pierdo en el vacío interno del que no puedo deshacerme.
Algo se vuelve parte de mí. No quiero ni imaginarme el poder que poseen sus ojos a través de la puerta, en la cual ni siquiera hemos tenido contacto.
Tiene poder, tiene brujería, sus ojos tienen brujería y después de muchos años me voy a dando cuenta, de nuevo que estoy inmersa en ella, en esa brujería.
Quiero gritar al estar tan cerca y me desbarato, mi corazón se hace chiquito, más chiquito de lo normal.
Quiero correr en la dirección que sea, para no poder ser víctima de nuevo de su locura, la locura que irradia cada poro de su cuerpo, me vuelvo a estremecer, mis ojeras se derraman en lágrimas que no puedo ni siquiera sacar.
Me hago la fuerte. Mis sentidos se vuelven audaces y a la vez torpes por estar tan cerca de aquél sujeto, es él. Sí, es él, ni siquiera lo había visto y ya lo olía, ya lo veía, mis sentidos lo aclamaban y ya no era yo, era alguien en mi lugar intentado rechazar la fuerza con la que salían las lágrimas invisibles.
Mi corazón se agitó, un paso, dos, tres, cuatro, cinco y seis. Los escalones estaban consumidos por el poder del peso de mi cuerpo, habían quedado atrás, así como los kilómetros que recorrimos, y los momentos que vivimos.
Los nudillos se acercaban a la puerta, lentamente, se desbarataban y crujían horriblemente, no pasaron ni dos minutos en lo que él se abalanzó sobre la puerta y salió, su sonrisa delataba maldad. Lo primero que intenté fue perder mi mirada en cualquier objeto o lugar excepto su cara, pero no pude. Se acercó y terriblemente debí haber perdido la razón, totalmente.
Me saludó, yo correspondí fríamente mientras una corriente de sensibilidad me recorría todo el cuerpo, asentí y dije: “bien” después de preguntar qué cómo estaba.
No puedo recordar ningún detalle extra porque mis sentidos se atrofiaron por completo y sólo hacía más que mirar, asentir y sonreír cuando lo era necesario.
Algo me preocupaba, tenía medio corazón por fuera y la mitad de la cordura entrando poco a poco en la razón de no saber qué demonios hacer.
A lo que íbamos y él tan risueño y sarcástico como desde siempre, sacando mi instinto, mis ganas insaciables de abrazarlo, hubiera deseado platicar con él de todo lo que tengo dentro, pero es algo imposible, nuestro orgullo no deja vernos tal y como somos, yo lo veo imposible y él a mi… él a mí, no lo sé.
Ya en el ruido de la plática y después de varios encuentros familiares, vuelvo a escuchar después de más de un año los sonidos que emite su voz, aquella falta de respiración que hace que jale con un poco de esfuerzo aire y se escuche un murmullo que quisiera escuchar todos los días de mi vida.
“yo sé que lo quieres, pero es mejor que lo dejes en paz” rondaban esas palabras mi mente mientras dolía, dolía mucho verlo tan cerca otra vez, ver cómo me veía, insólito pero no puedo explicar la manera en la que su par de ojos me veían, me tragaban con ésa mirada verde llena de rabia tal vez, ¿Qué habrá en el fondo? Me extrañará quizás. Le extrañará quizás que siga de pie y con fuerzas, buscándolo o no, de nuevo… como nunca debió de pasar.
El momento de despedirse se dio, llegó el momento, minuto preciso en el que debí separarme del infierno que estaba a punto de cruzar si duraba un minuto más, el infierno de sus ojos que se presentan en forma de paraíso, el infierno de su sonrisa que se presenta como oasis en medio de mi desértica esperanza, ese infierno que vive día a día sin mí, que vive todos los días viviéndose a sí mismo, el infierno que significa ser él.
Hubo un final acercamiento, mucho mejor que el primero, me miró. Me sonrió. Le devolví la mirada congelada y el silencio apesadumbrado, sonreí muy aparte, le dije adiós mintiéndole, comprendí su gesto, la mitad de mi cuerpo le abrazó, suspiré, suspiré sin aire y con el alma entre mis dedos, rocé su espalda en señal de despedida, en ella se quedaron los silencios y mi alma que se resbalaba por cada uno de mis dedos. Le volví la mirada, su sonrisa seguía intacta, no quise quererlo pero algo en mí no lo pudo evitar. Terminó la escena, dos palabras más, silencio… Un paso, dos, tres, cuatro, cinco, seis… los escalones ahora hicieron una distancia cada vez más grande. Desaparecí de sus ojos, despareció de los míos, le di la espalda a su brujería pero traje conmigo la maldición que significa nuestro amor, el amor callado y perseverante que se queda entre nosotros, que se queda esparcido entre tus escalones, que se pierde en el camino, que no sabe a dónde ir, que no sabe respirar y que se ahoga entre palabras, que se ahoga entre suspiros, que se escapa entre los dedos, que se queda entre tú y yo.


Siempre.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Autorretrato

Del alma a ti, reacción a la defensiva. Por mi parte soy o creo ser una persona difícil, cocinera de palabras, trabajando en mis decisiones, colmando gente de paciencia, atesorando recuerdos que olvido rápido, sentimientos que me quedan guardados, de los pies a la cabeza inquieta, preguntona y amigable. Tierna de manos y rápida en mi andar, buscando horizontes y confirmando respuestas.
Amiga de mis amigos, un mundo de enemigos, gloriosos desencantos y muchos imprevistos.
Investigadora de problemas, café de cabellera aunque prefiero el negro por excelencia, amante de la coca cola, dulce de hablar pero fuerte de carácter.
Enamorada de bibliotecas, amor exagerado por los libros.
Ligera para dormir. Inspectora de el cielo azul que sólo lo vi azul cuando estabas conmigo, contadora de estrellas, de sueños y de mentiras.
Desordenada, totalmente persistente, difícil y cobarde al pecado.
Valiente por pura necesidad, triste por sólo recordar. Enamorada tan sólo con el vivir.
Poeta creo por convicción, maldición y por delitos del corazón.
Ah y boba sólo por ti. <3

jueves, 20 de octubre de 2011

Porque sí.

El miedo ya cedió, cuando veo tus ojos reflejados en los míos y me pierdo… siento que gano.
Gano la confianza de quererte, pero pierdo la razón de mi misma cuando no puedo hacer nada en contra de aquella voluntad, que cuando son las diez me pierdo y me levanto con calma, cautelosa de no ir a quebrar algo que está ya hecho trizas, y te veo allí aguantándolo todo como siempre y me caigo, ante ti, porque sé que me levantas y eres en sí, todo lo que mi vida necesitaba para volver a ver lo que antes sabía que existía pero ya se me había olvidado.

domingo, 9 de octubre de 2011

martes, 4 de octubre de 2011

Cuando son las once e inevitablemente el tiempo ya se me acabó.

Descuido. El tiempo se pasa con descuido. Me molesta que el tiempo se pase tan rápido y ya sean las once y yo no tenga nada, ni de ti ni de mí mucho menos. Me molestan las letras que emergen sin sentido alguno teniendo muchas cosas que acabar y no logro empezar.

viernes, 30 de septiembre de 2011

Auto compasión.

Te reflejas, en el casi espejo de un desconocido, te amontonas en escusas baratas sobre tu identidad oculta, siempre oculta.
Tratas de ocultar quien realmente vive en ti.
Eres frágil y despiadada. Te conocí casi sumisa ante el encanto de los ojos de quién a mi me gustaba. Te quise por amistad, pues me encontraste o nos encontramos justamente en el momento que más débil me sentía.
Ahora sé que eres fría y calculadora pero la ternura te desborda. Hablar de ti es causar confusión pues te quieren sin querer quererte por mera compasión.
Y como los gatos das el revés y te muestras tal y como eres, adiós dulzura y ternura y bienvenida la maldad que está por todo tu ser.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Perdiendo contacto.

Si, me gusta. No digo que desde la primera vez que lo vi pero me gusta. Su casi perfección me incomoda, ante los ojos me incomoda pero me gusta, me gusta su forma de vestir y siempre lo veo, lo veo sin disimular, lo veo y me gusta.
Me gusta pero no me le acercaría, porque me gustan las cosas ajenas, que no tienen dueño pero ajenas a mi entorno, él está erróneamente puesto en escena, pero está en mi vida, tal vez no lo pienso todos los días, pero es algo nuevo. Algo mayor y es muy guapo, te cuento.
Te cuento que no es tan perfecto como el quiere hacerse parecer, y eso me gusta más, su prepotencia sube de inmediato y se acomoda entre cada una de mis neuronas, no veo más allá de sus palabras.
Me sobran clases para verle pero más para admirarle más que los zapatos el alma escondida detrás de ropa cara y fingiendo finura.
Le admiro el alma obsesionada con la filosofía y con otras cosas, oigo voces desde el infierno diciéndome que me aleje, peor no corro el riesgo porque ni me acerco.
Me gusta su manera desenfrenada de usar palabras en otros idiomas, me gustan las bromas que muy pocas veces dice, me gusta la sonrisa que trata de esconder pero una que otra vez la asoma, como asoma la pureza que tal vez no tenga pero la veo en una retorcida imagen de paranoia que me corroe, cuando le veo, cuando le veo los zapatos impecables y la humildad que deja tirada en el piso pues su arrogancia es alta, tan alta que no lo permite mirar abajo para ver qué está dejando, derrocha galanura, tendencia al alma pensante.
Me gusta, hasta el último centímetro de su elegancia, hasta el coraje más grande que por su culpa habré hecho o haré, me gusta por el mero gusto de gustarme no por otra cosa.
Y aún con su pesadez y su ironía, me pesa en el alma el algún día dejar de verle.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Regreso a septiembre todo el tiempo.


Otra vez septiembre inundando mis pupilas de colores destellantes donde sólo apareces tú. No me gustan ni su esencia ni su carencia de sensibilidad.
Ya no vale la pena, le susurraba exactamente hace un año al corazón, no vale la pena que te esfuerces tanto, al fin y al cabo terminarás roto en mil pedazos y no habrá poder humano que de allí te saque.
Como en todo, las equivocaciones rondan siempre, pensaba que eras irreversible, que eras inevitable. Te creía único y que estabas sobre todas las cosas, error fatal.
Ahora me doy cuenta que ni me piensas ni te siento, ni me observas ni te miro, al igual que no pudiste compadecerte de mí aquél septiembre, otra vez.

Otra vez septiembre y ya no quiero tenerte, ni respirarte, ni buscarte, prefiero soñarte libremente sin tener que pedirle permiso al alma de quejarse, sin tener que esperar segundos de divina gracia para que me contemples y yo a ti. Ya no es necesario, ahora puedes marcharte el mes que desees, el día que quieras a mí ya no me duele tu ausencia.

jueves, 11 de agosto de 2011

Estamos atados.



Hay personas que están atadas a una cuerda elástica y no lo saben, en cierto momento se va cada una por su camino, cada una por su cuenta y la cuerda les deja hacer, les sigue la corriente hasta que acaban olvidándose de ella pero llega el momento en el que la cuerda está por romperse tanto que tienen que reaccionar y no se rompe sino más bien de un golpe seco muy violento consiguen que vuelvan a encontrarse cara a cara.

Así nos pasó.

Lo dejamos pasar.


Tal vez nos vuelva a pasar.


Juro que volverá a pasar.

martes, 26 de julio de 2011

Shh...

Las personas no lo saben.
Creen que no lo saben.
Ocultan que lo saben.




Pero se mueren por tener en sus manos el secreto de nuestro amor.










Tu tienes en tus manos el olvido y la razón, las suficientes palabras para tranquilizar este tonto corazón.

domingo, 24 de julio de 2011

Otra vez.

Siento que volveré a perder la cabeza por él.
La tensión está en el aire, se corta con un cuchillo. Vete.
Sí, ¿eso quieres?
No, realmente no. No quisiera que te fueras nunca, pero si quisiera nunca antes haberte conocido, o al menos haberte dejado por ahi, en el pasado.

¿Qué es la vida sin amor?

Sólo un árbol que ha perdido sus hojas.

sábado, 23 de julio de 2011

De nuevo.

Me despierto con ojeras y nuestras charlas escritas en negro sobre blanco aún recorren mi mente, como no hacerlo, hemos hablado de todo, en cierta manera ha sido también una liberación poderle confesar por fin todo lo que pensaba de él cuando era niña y que jamás me atreví a decirle.
He descubierto con el tiempo que le gusta el color café y que ha ido a París. Compartimos un mismo amor por varias cosas...





LB. S.S. 

miércoles, 20 de julio de 2011

Lentamente desvanecer.

Esto se nos desvanece, como eres por dentro no eres por fuera
¿Quién te entiende?
Tienes un aspecto tan dulce y agradable que da miedo el contemplarlo, que embelesa al instante, que fumiga cualquier duda, que ataca por completo y deja vacío el espacio donde va el alma y me deja inmune a cualquier enfermedad.
Eres tú, aquel signo de virtud y de desgracia para mí; aquel que por virtud tiene belleza pero en cambio eres tan igual a cualquiera por tus adentros, y no hablo siquiera de tus sentimientos ¡No! No pudiesen ser más feos y vertiginosos, más dolorosos e hipócritas más siniestros y sin embargo… Te tengo.
Te tengo en mi más ferviente oración, en mi más dulce ocaso, en mi más sonriente mañana, en mis pensamientos por doquier.
Y sin embargo te miro.
Te miro con dulzura y contemplo tu hermosura a pesar de que me quemas, a pesar de que me hieres y de que destrozas en mi todo y nada a la vez, todo por lo que he soñado se va al diablo por ti, pero… ¿Por qué?
¿Por qué he de dudar de tu aspecto? ¿por qué he de dudar de ti? ¿por qué no he de confiar en eso que me es tan humano, que no me es nada ajeno, que es todo para mi tan peculiar?
Y sin embargo te obsequio.
Te obsequio mis días con sus noches contadas, te obsequio aquella tarde de verano que vimos las estrellas desaparecer, las nubes moverse y tú, tú en estado moribundo, muriendo y viviendo delante de mí, muriendo de ganas de decirme que sí y que no y viviendo con un aspecto, con un aspecto óseo que miro y alzo la cabeza al cielo y pido por los cielos que algún día miramos, y digo ¡No! No estás tan lejos, no estás tan perdido ¿De quién?
De mí que día a día me tienes, que me pierdes y que me escondes pero que no puedes olvidarme, que no  puedes deshacerte ¿De qué?
De todos los días, de todas las horas de cada momento, de cada instante, porque  sin eso yo sé que tu vida estaría incompleta, yo sé que tu vida estaría buscando
¿En dónde?
Aquí, en el mismo lugar donde te conocí, en la misma ciudad donde nacimos, en el mismo lugar donde posé mis ojos en los tuyos, en el mismo lugar donde nos volvimos a encontrar, después del tiempo, después del cielo, a pesar de la gente y contando cada uno de los instantes que pasé pensando que no estarías y si, si estabas en mi pero faltaba encontrarte como todas las cosas que necesitan tener su complemento, como todas las personas que buscan más allá aquél aliento que los ayude a encontrarse tal vez a sí mismos, a encontrarse con sus propios sentimientos en una sola persona y tus sentimientos ¿Acaso tienes?
Acaso tienes sentimientos de una manera u otra, acaso piensas y sientes más allá de tu blanca tez y tu par de ojos constantes que me siguen hasta desaparecer, hasta creer en lo más absurdo en lo más profano y de ahí me levanta
Me levanta tu aliento, tu mirada y la mía, tu inhóspito y furtivo encuentro, Aquella mirada pasiva y aquel desenlace tan amargo, me levantan día a día las ganas de tenerte, de amarte y de matar.
De matar las ganas que me corroen, aquellas ganas de decirte mil cosas y no decirte ninguna, aquellas ganas de hablar mientras he callado tanto, aquellas palabras que ensayé tantas veces y que jamás las dije.
Decir, decir no vale nada ante ti, ante tu esqueleto, ante tu anatomía porque tus palabras son oro y mis oídos las guardan como cualquier tesoro.

Y fue allí cuando decidí que debía cambiar.

Cuando me miré no me encontraba, veía pedazos que faltaban tal y como si fuera un rompecabezas.
Miré.
El problema: tú.
Estando tan lejos y seguía ssiendo el problema.
Quería que te fueras.
Vete.
Más lejos de lo posible, pero regresas y vives en la misma ciudad que yo. Pero siento un descanso cuando no estás aquí, cuando te se tan lejos.
Mi alma no descansa porque te quiere aqui.

Sí, quedamos prisioneros.

Quedamos prisioneros en la nada, a la espera de un encuentro.
 Quedamos prisioneros de tus ideas tan erróneas del amor y de mis pensamientos idealistas sobre él.
 Quedamos suspendidos en el silencio de palabras ensordecedoras que dieron fin a algo que no tenia comienzo.
 Quedamos prisioneros en un mar que sólo nos lleva a ti y  a mi al mismo lugar, tan lejos.




 Quedamos prisioneros hasta que queramos lo contrario, hasta que...

martes, 19 de julio de 2011

Tal vez.

Igual y no lo puedo creer, igual y pasan los días y sigo irremediablemente, terriblemente, igual que ayer, le he perdido el miedo a muchas cosas y he ganado temores que no tenía.
 La realidad golpea mi cara, el vaiven de tu mirada me contagia, me envenena. Me levanto, hago trizas un papel en el que escribía, me siento, no tengo sueño, no tengo vida, la pierdo, la gano de nuevo con un suspiro, se reduce mi alma a la visión renovada de tu camino largo y forzoso, nadie entiende, yo si, te mareas, te hacen daño los recuerdos, a mi me mantienen viva, te recuestas, sabes que piensas en mi pero no lo aceptas, acepto que pienso en ti pero no lo hago. Quiero quererte en silencio y lo grito, gritas que me has olvidado y no lo haces, estás. De noche, yo de día, mañana, perdiste la cuenta. Perdi la ruta, me encaminas, tocas el cielo, me caigo, me levantas, no te das cuenta, eres cómplice de mi en cada una de mis necesidades, me destruyes sin piedad.

 Sintiendo tan poco y guardando tanto, pude comprender que por mas que diga que me vales madre o que no me Interesas, logro discernir en mi interior tu mirada, tus ojos como si fueran parte de mi, puedo ver que eras tú, a pesar de todo, lo que buscaba mi corazón, pero no quiero que lo sepas, no quiero que lo transformes, no quiero que lo arruines de nuevo, si algo quiero es que dejes de usar disfraces, No me gustas para nada con tus actitudes afiladas, no me gusta tu desprecio, no me gustan tus ironías, tengo miedo de no poder con esto, miedo de que todo lo arruines nuevamente, miedo a todo, y a nada a la vez.
 Después de mucho tiempo se que la vida nos encontrará, que muy lejos de este lugar te volveré a encontrar y nada será como es, tal vez ya no seamos lo que somos, tal vez nos equivocamos de por de más.
Tal vez.

lunes, 18 de julio de 2011

De historias breves y otros comienzos

Se fué. Simbolizando una nueva entrada en mi vida y comenzando a huir de paradigmas interminables.
Vino. Como las olas del mar arremeten de pronto en las rocas, dejando en ellas un constante filo de desgracia en donde se graba a tiempo a tientas y sin demora las huellas que deja el tiempo entre ambos.
Asi dejó el tiempo entre nosotros, como si hubieras venido a diario, como si hubieras taladrado en vano las esperanzas.
No hay lugar a arrepentimientos ni de falsedades.
Orillame ahora a buscarte en donde no te pudiera encontrar jamás.
Auséntate y vete lo más lejos posible para seguirte buscando noche tras noche en sueños profundos y agonizantes.
Haz caso omiso del dolor que emanaban mis ojos cuando te tenía y no.
Ahora ya no eres nada y en el vacío de cualquier silencio te apareces amenazando un regreso, un regreso inevitable.
Te olvidé y no. Al regreso de tu ocaso donde todo para ti es nada y en mi, en mi sigues constante en palabras pero no en hechos, en eso ya no.