miércoles, 20 de julio de 2011

Lentamente desvanecer.

Esto se nos desvanece, como eres por dentro no eres por fuera
¿Quién te entiende?
Tienes un aspecto tan dulce y agradable que da miedo el contemplarlo, que embelesa al instante, que fumiga cualquier duda, que ataca por completo y deja vacío el espacio donde va el alma y me deja inmune a cualquier enfermedad.
Eres tú, aquel signo de virtud y de desgracia para mí; aquel que por virtud tiene belleza pero en cambio eres tan igual a cualquiera por tus adentros, y no hablo siquiera de tus sentimientos ¡No! No pudiesen ser más feos y vertiginosos, más dolorosos e hipócritas más siniestros y sin embargo… Te tengo.
Te tengo en mi más ferviente oración, en mi más dulce ocaso, en mi más sonriente mañana, en mis pensamientos por doquier.
Y sin embargo te miro.
Te miro con dulzura y contemplo tu hermosura a pesar de que me quemas, a pesar de que me hieres y de que destrozas en mi todo y nada a la vez, todo por lo que he soñado se va al diablo por ti, pero… ¿Por qué?
¿Por qué he de dudar de tu aspecto? ¿por qué he de dudar de ti? ¿por qué no he de confiar en eso que me es tan humano, que no me es nada ajeno, que es todo para mi tan peculiar?
Y sin embargo te obsequio.
Te obsequio mis días con sus noches contadas, te obsequio aquella tarde de verano que vimos las estrellas desaparecer, las nubes moverse y tú, tú en estado moribundo, muriendo y viviendo delante de mí, muriendo de ganas de decirme que sí y que no y viviendo con un aspecto, con un aspecto óseo que miro y alzo la cabeza al cielo y pido por los cielos que algún día miramos, y digo ¡No! No estás tan lejos, no estás tan perdido ¿De quién?
De mí que día a día me tienes, que me pierdes y que me escondes pero que no puedes olvidarme, que no  puedes deshacerte ¿De qué?
De todos los días, de todas las horas de cada momento, de cada instante, porque  sin eso yo sé que tu vida estaría incompleta, yo sé que tu vida estaría buscando
¿En dónde?
Aquí, en el mismo lugar donde te conocí, en la misma ciudad donde nacimos, en el mismo lugar donde posé mis ojos en los tuyos, en el mismo lugar donde nos volvimos a encontrar, después del tiempo, después del cielo, a pesar de la gente y contando cada uno de los instantes que pasé pensando que no estarías y si, si estabas en mi pero faltaba encontrarte como todas las cosas que necesitan tener su complemento, como todas las personas que buscan más allá aquél aliento que los ayude a encontrarse tal vez a sí mismos, a encontrarse con sus propios sentimientos en una sola persona y tus sentimientos ¿Acaso tienes?
Acaso tienes sentimientos de una manera u otra, acaso piensas y sientes más allá de tu blanca tez y tu par de ojos constantes que me siguen hasta desaparecer, hasta creer en lo más absurdo en lo más profano y de ahí me levanta
Me levanta tu aliento, tu mirada y la mía, tu inhóspito y furtivo encuentro, Aquella mirada pasiva y aquel desenlace tan amargo, me levantan día a día las ganas de tenerte, de amarte y de matar.
De matar las ganas que me corroen, aquellas ganas de decirte mil cosas y no decirte ninguna, aquellas ganas de hablar mientras he callado tanto, aquellas palabras que ensayé tantas veces y que jamás las dije.
Decir, decir no vale nada ante ti, ante tu esqueleto, ante tu anatomía porque tus palabras son oro y mis oídos las guardan como cualquier tesoro.

1 comentario:

  1. Esto es tan poderosamente profundo que debería de estar en un libro, junto con más escritos así. n__n

    ResponderEliminar