No me hables más de él, es la historia que más me gusta, la
que más me apasiona, podría contarte toda su vida con una ilusión constante,
podría contarte nuestra historia con detalles y recordando fechas y lugares sin
importar el tiempo que haya pasado.
Dejar la luz encendida, no quiero que aquél fantasma te
encuentre tendida entre los huesos de aquél amor que desea descarnarte, que
busca insaciablemente el tentarte y llevarte para que no regreses jamás. No
apagues la luz, no dejes que te consuma, no dejes que regrese, se apoderará de
ti y no sabrás como deshacerte de él. Habla bajo, puede escucharte, su
conexión contigo sigue latente, no creas, duda siempre de él, habla despacio y
entrecortado. Sé que para ti es perfecto, ese dolor no lo padeces, tienes adolorida
el alma así que ya no lo sientes. –En ese momento fui consciente de todo lo que
había perdido estos años- Cuando noté el peso ligero de sus palabras, su mirada
dulce debajo de mi almohada, su cicatriz constante amargando mis mañanas fue
cuando deseé no estar destinada a un lugar lejano, deseé haber elegido una
senda diferente en la vida, una que me permitiera formar parte de su mundo.
El aire se deshoja cuando pronuncio su nombre.
¿Lo ves? no ha pasado tanto tiempo.
Y de nuevo nos aferramos contra toda lógica, contra toda
experiencia y como niños nunca dejamos de albergar esperanzas.