viernes, 30 de septiembre de 2011

Auto compasión.

Te reflejas, en el casi espejo de un desconocido, te amontonas en escusas baratas sobre tu identidad oculta, siempre oculta.
Tratas de ocultar quien realmente vive en ti.
Eres frágil y despiadada. Te conocí casi sumisa ante el encanto de los ojos de quién a mi me gustaba. Te quise por amistad, pues me encontraste o nos encontramos justamente en el momento que más débil me sentía.
Ahora sé que eres fría y calculadora pero la ternura te desborda. Hablar de ti es causar confusión pues te quieren sin querer quererte por mera compasión.
Y como los gatos das el revés y te muestras tal y como eres, adiós dulzura y ternura y bienvenida la maldad que está por todo tu ser.

miércoles, 28 de septiembre de 2011

Perdiendo contacto.

Si, me gusta. No digo que desde la primera vez que lo vi pero me gusta. Su casi perfección me incomoda, ante los ojos me incomoda pero me gusta, me gusta su forma de vestir y siempre lo veo, lo veo sin disimular, lo veo y me gusta.
Me gusta pero no me le acercaría, porque me gustan las cosas ajenas, que no tienen dueño pero ajenas a mi entorno, él está erróneamente puesto en escena, pero está en mi vida, tal vez no lo pienso todos los días, pero es algo nuevo. Algo mayor y es muy guapo, te cuento.
Te cuento que no es tan perfecto como el quiere hacerse parecer, y eso me gusta más, su prepotencia sube de inmediato y se acomoda entre cada una de mis neuronas, no veo más allá de sus palabras.
Me sobran clases para verle pero más para admirarle más que los zapatos el alma escondida detrás de ropa cara y fingiendo finura.
Le admiro el alma obsesionada con la filosofía y con otras cosas, oigo voces desde el infierno diciéndome que me aleje, peor no corro el riesgo porque ni me acerco.
Me gusta su manera desenfrenada de usar palabras en otros idiomas, me gustan las bromas que muy pocas veces dice, me gusta la sonrisa que trata de esconder pero una que otra vez la asoma, como asoma la pureza que tal vez no tenga pero la veo en una retorcida imagen de paranoia que me corroe, cuando le veo, cuando le veo los zapatos impecables y la humildad que deja tirada en el piso pues su arrogancia es alta, tan alta que no lo permite mirar abajo para ver qué está dejando, derrocha galanura, tendencia al alma pensante.
Me gusta, hasta el último centímetro de su elegancia, hasta el coraje más grande que por su culpa habré hecho o haré, me gusta por el mero gusto de gustarme no por otra cosa.
Y aún con su pesadez y su ironía, me pesa en el alma el algún día dejar de verle.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Regreso a septiembre todo el tiempo.


Otra vez septiembre inundando mis pupilas de colores destellantes donde sólo apareces tú. No me gustan ni su esencia ni su carencia de sensibilidad.
Ya no vale la pena, le susurraba exactamente hace un año al corazón, no vale la pena que te esfuerces tanto, al fin y al cabo terminarás roto en mil pedazos y no habrá poder humano que de allí te saque.
Como en todo, las equivocaciones rondan siempre, pensaba que eras irreversible, que eras inevitable. Te creía único y que estabas sobre todas las cosas, error fatal.
Ahora me doy cuenta que ni me piensas ni te siento, ni me observas ni te miro, al igual que no pudiste compadecerte de mí aquél septiembre, otra vez.

Otra vez septiembre y ya no quiero tenerte, ni respirarte, ni buscarte, prefiero soñarte libremente sin tener que pedirle permiso al alma de quejarse, sin tener que esperar segundos de divina gracia para que me contemples y yo a ti. Ya no es necesario, ahora puedes marcharte el mes que desees, el día que quieras a mí ya no me duele tu ausencia.