sábado, 31 de diciembre de 2011

Los ojos se empezaron a llenar de lágrimas. Terminar el año llorando, algo nuevo creo…
Sabes perfectamente que fibras tocar para herir totalmente mi sensibilidad, te sitúas descaradamente haciendo otro agujero en la hondura de mi vacío. Ingeniosamente entras, no suelo abrir esas heridas tan fácilmente pero tú, tú llegas despiadadamente y lo sabes.
¿En qué punto llegan a ser importantes ciertas personas y otras no?
Dos agujeros eternos, como heridas, como llagas latientes siempre. Tu herida, la de él.
Tu herida porque llegaste primero, no en tiempo, sino en corazón.
Su herida por ser cruel al irse y despiadado al llegar.
Tu herida por haberte dejado sin ninguna explicación.
Su herida por seguir latiendo en lo hondo de mi corazón.
Tu herida por quererme como nadie quizás me ha querido y por haber desechado horriblemente todo lo bueno que había en ti
Llorar es mi castigo por olvidarme de mi promesa, la promesa que te hice cuando te conocí, cuando conocí tu pasado y sabía que te habían lastimado, que había mucho dolor en ti y confiaste en mí, te dije que nunca haría algo que te lastimara que curaría una a una tus heridas y no lo cumplí, puedes estar tranquilo porque llorar es mi castigo y lo será siempre que me levante pensando en ti, pensando en como te fallé, no una sino dos veces.
Es indescriptible el dolor, te lo juro.
Tu herida inconfundible como ninguna, tu amor inconfundible también, porque querer no es decirlo sino demostrarlo y en el silencio poco a poco ir haciendo desvanecer las dudas, construyendo poco a poco respuestas.
Tú siempre serás una parte muy importante de mi vida y aquí estoy recordándote otra vez, quitándome de encima la otra herida, dejándome latiente tu herida forzada, haciéndote presente una vez más entre mis borradas sensaciones.
Llevaré siempre en mi memoria vivos uno a uno los suspiros, los capítulos que vivimos, queramos o no estamos unidos… Siempre, en presente y en pasado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario